Madrid Diferente

El Colmao

El Colmao
El Colmao

Colmado: tienda de comestibles o ultramarinos que vende productos alimenticios, tanto frescos como envasados en lata y escabeches, y que -según la definición recogida por otros países-, puede convertirse también en un pequeño centro cultural por las actividades que acoge. Con una filosofía similar nace El Colmao, un gastroclub que se presenta en el barrio de La Latina con aires de anticuario, una cocina de toda la vida con raciones generosas, precios más que ajustados -incluso en la cotizada hora del brunch- y una zona para encuentros literarios y tertulias.

Está situado a un paso de la plaza de la Paja, y para que no haya dudas, sí, es ese local con pinta de salón-comedor de la casa de los abuelos es El Colmao Gastroclub. Su propietaria, Carmen, ha querido darle ese aspecto entrañable que tienen los hogares familiares alejándose precisamente del aire frío y distante que reina en locales de cadenas de restauración. Y sabe de lo que habla, porque ha estado trabajando para una de ellas durante los últimos años. Quizá por eso, y por el trato amable y cercano de todo su personal, se ha convertido en un lugar común para artistas, diseñadores y rostros conocidos que viven y pasean por el barrio.

El restaurante está dividido en tres salones: uno principal, situado en la entrada y con vistas a la calle; otro al fondo, con mayor capacidad de comensales pero, a la vez, más íntimo; y, por último, la cava recuperada situada en la planta inferior, un espacio perfecto para acoger presentaciones y eventos para grupos. A ellos se le añade una terraza que en los meses de verano ocupa la escalinata de la calle Granados, justo enfrente.

Imposible no fijarse en el mobiliario que decora El Colmao: mesas, espejos, lámparas, teteras gigantes, láminas… que ¡se venden! Perdido entre las mesas hay un catálogo de consulta sobre el mobiliario y sus características; pero para conocer la auténtica historia que hay detrás de cada uno de ellos mejor preguntárselo directamente a Carmen que es quien se encarga personalmente de adquirir cada objeto a particulares.

La carta es variada, casera, de mercado y muy espanis, porque los ingredientes y productos que utilizan son de aquí, incluso para los platos internacionales, lo que les da un marcado acento y sabor español. Ee entrantes, ensaladilla Moscovita 2014 con gambas y pimientos rojos cristalizados, ceviche ‘Espanis’, chips de hortalizas con humus de frijoles negros y cesta crujiente de panceta con huevo en flor. Y entre los platos principales, arroz meloso de tomates secos, bacon y trufa negra, foccacia de pollo y barbacoa, fish & papas arrugás, y famoso pastel de carne G. Ramsey, por citar algunos. De postre, tarta de remolacha y chocolate, flan casero sin desmoldar para dos, croquetones de arroz con leche o tarta RV (red velvet). Y para los amantes del vino, cuenta con 11 denominaciones de origen diferentes, para disfrutar tanto en botella como por copas, algo poco habitual en los restaurantes de la zona.

Merece la pena probar su brunch ad hoc: ni su contenido ni su precio (muy asequible) están cerrados, sino que lo define cada comensal en función de lo que vaya a tomar:  bebidas, frutas, panes y repostería, quesos, foie, nata, embutidos, pincho de tortilla, huevos revueltos, yogur… También tienen servicio take away, y además, es un local dogfriendly -la pista nos la ha dado el plato de comida para perros que hay en la puerta de entrada. Hasta para ellos es fácil marcharse con un buen sabor de boca.

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